miércoles, 25 de mayo de 2011

La recuperación de la autoridad


Portada del libro
en la editorial Versátil
Este es un libro de José Antonio Marina. Su lectura puede ser muy esclarecedora tanto para padres, como para profesores. Tal vez, el título asuste un poco a algunos a priori, pero hay que leerlo, para entender que hay muchos tipos de autoridad, y que no es lo mismo autoridad (que es la postura que se defiende) que autoritarismo.



Extraigo algunas citas jugosas:


La autoridad era la capacidad de producir respeto, de conciliar voluntades. La distinción principal entre potestad y autoridad estriba en que el poder puede utilizar la coacción, y la autoridad, no. Esta actúa mediante el respeto o la admiración que despierta en otras personas. (Pág. 22)
El docente recibe una autorización y una autoridad de la sociedad. Pero, en este momento, el prestigio de la institución escolar es bajo, y esto hace que la fuerza institucional que reciben los docentes sea escasa, lo que les produce con frecuencia un sentimiento de desamparo o de impotencia.

La autoridad recibida se esfuma si la institución entra en crisis, si pierde prestigio, si deja de ser reconocida por la sociedad, si su dignidad, su valor intrínseco, deja de percibirse. Cuando uno de sus miembros se comporta “indignamente”, es decir, hace mal uso de la autoridad recibida, no sólo la pierde, sino que su comportamiento afecta al prestigio de la institución. (25,26)

La autoridad personal no se recibe de nadie, sino que se alcanza por méritos propios, es una autoridad conquistada, un poder legítimo, personal, ganado por el propio esfuerzo, y que no usa medios coactivos para imponerse. Es la irrupción de la razón, del saber, de la valía personal, de la capacidad de convencer, en el mundo del poder puro y duro. No provoca la obediencia ni el miedo, sino el respeto, la admiración, la escucha. No pretende imponerse. Su influjo es la manifestación de la excelencia. Es la autoridad merecida. La autoridad personal es la irradiación de la calidad interior. Y por ello, una sociedad que no quiere admitir las diferencias en mérito, que defiende un igualitarismo miope o resentido, no puede reconocer ningún tipo de autoridad personal. Una sociedad necesita saber admirar. (26)

Haber pasado de la tiranía del elitismo a la tiranía del igualitarismo ha instaurado un nuevo tipo de injusticia. (27)

Portada del libro
en la Editorial Sello
La autoridad procede de la libertad que cumple sus deberes, es decir, de la libertad responsable, que conoce lo que hace y por qué lo hace. Una persona responsable, un juez responsable, un político responsable, es el que sabe adecuar su libertad a los deberes. Es el que puede responder de su comportamiento en todo momento, porque es dueño de su acción, y porque sabe lo que debe hacer y lo hace. La autoridad es, fundamentalmente, la responsabilidad llevada hasta la excelencia. (122)

Una de las tareas más urgentes para recuperar la sensatez educativa es quitar muchos miedos a los padres. Repetirles una y otra vez que tienen dos grandes herramientas educativas: la ternura y la exigencia. La ternura es acogimiento  sin reservas. La exigencia es firmeza en las expectativas. Ambas herramientas son necesarias. Sin ternura, el niño crece en un ambiente duro que puede provocar todo tipo de miedos y rigideces; sin exigencia, el niño no aprende a dirigir su conducta adecuadamente, no sabe lo que se espera de él, hasta dónde puede llegar. (137)


Estos son los principales puntos o ideas que desarrolla: El niño aprende obedeciendo; la autoridad merecida se logra con la búsqueda de la excelencia; la autonomía es un equilibrio entre derechos y deberes; la autoestima es el resultado de un logro, y no al revés; hay que enseñar a afrontar la frustración; hay que crear hábitos; el reflejo de un modelo noble (el ejemplo); la resiliencia o capacidad humana de asumir dificultades y sobreponerse a ellas; la responsabilidad de los padres.

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