domingo, 4 de junio de 2017

Distintos tiempos, la misma noche


Con la lectura de La noche de los tiempos de Muñoz Molina, de 2009, me vienen a la mente las imágenes actuales de los campos de refugiados, así como las historias que habrá detrás.

Gente desorientada que no esperaba ser protagonista de una guerra, cansada de viajar con la misma ropa y de buscar la manera de llegar a un territorio seguro donde les sea posible reanudar sus vidas. Personas mal alimentadas, con bultos en las espaldas​ y  sombras en sus rostros. La ropa, la apariencia​ y las costumbres de algunos pueden despertar rechazo a los modernos, acomodados y desarrollados ojos occidentales. No entienden por qué los policías los miran con desconfianza e incluso les demuestran hostilidad o antipatía. Ellos son las víctimas, y se sienten tratados como delincuentes. La vida, tal y como la conocían hasta hace poco, ha desaparecido por completo.

Las mismas escenas y sensaciones que vivimos a través de la historia del español Ignacio Abel, y de su paso de la frontera con Francia, en esta novela sobre los inicios de la guerra civil española.

Distintos tiempos, distintas guerras y distintos escenarios, pero los mismos comportamientos y sentimientos humanos.




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